martes, 24 de marzo de 2009

Somos nosotros

He estado mucho tiempo engañado. Algunos me dijeron que todo era obra divina. Que todos teníamos que aceptar las decisiones del Altísimo, pues todo lo hacía por algo, aunque en el momento no fuésemos capaces de entenderlo. Recuerdo que esta fue la explicación que me dio mi abuela cuando con 6 años murió un perro frente a mis ojos arrollado por un coche. He de reconocer que a esa edad tan temprana me quedé más tranquilo al escuchar esa versión y saber que mi querida mascota era más feliz.

Conforme fui creciendo dejé de creer en Dios. No me sirvió de nada lo que mi abuela me dijo cuando fue ella la que falleció. Pero aún seguía pensando que existía algún tipo de fuerza divina que ataba los engranajes más ocultos del mundo que nos rodea. Cuando tenía 15 años mi novia, la persona que más quería en este mundo, me dijo que nuestro destino era estar juntos para siempre. Empecé a creer en el destino. Cada encuentro que tenía por la calle con un viejo conocido o cada examen que suspendía lo achacaba al destino, aunque este último punto no terminaron de entenderlo mis padres. Dos semanas más tarde mi novia me dejó por otro.

Fue pasando el tiempo y mi mente se encontraba cada vez más confusa. Me encontraba inmerso en una sociedad que no me gustaba y no podía adaptarme. Me mantuve al margen de la masa social y fui observándola. Poco a poco fui madurando mis ideas. Violaciones, asesinatos, robos, desigualdades que enriquecen a los adinerados y empobrecen a los menos favorecidos. Cada día que pasa el planeta que habitamos muere un poco más. Todos los días se repetían las mismas noticias.

Y al fin lo comprendí. Somos nosotros. He mirado a los ojos a este mundo y no ha sido capaz de devolverme la mirada. Tuvo que bajarla avergonzado.

Recientemente una chica sevillana de 17 años fue asesinada por un animal. Dios no violó a Marta del Castillo. El destino no la estranguló. Y la casualidad no la arrojó sin vida a un contenedor de basura. Basta ya de buscar excusas en cosas sin forma e inmateriales que no pueden ser culpadas. Basta ya de escondernos detrás de nuestra propia mierda para después rebozarnos sobre ella. Esta sociedad está podrida. Y la causa somos nosotros.

1 comentarios:

Unknown dijo...

Efectivamente Mr. Roschard....este mundo es una mierda, ponerse a escuchar las noticias ya da un poco de asco. Aun nos queda una cosa no? :). Tunser