domingo, 7 de febrero de 2010

¿Dónde están los zapatos?

No quiero ser dramático. Me niego a utilizar el sentimentalismo y la demagogia barata como simples excusas. “El periodismo ha muerto”. Es una frase que está de moda. Dicen los que afirman esta nada sutil sentencia que Internet tiene la culpa. Aseguran que la prensa escrita perdió por el camino su finalidad, la inmediatez (ejem), pues para cuando hayas conseguido acomodarte en el sofá con tu café recién hecho y tus dedos se dirijan sin remedio hacia el periódico matinal que acabas de comprar, descubrirás para tu pesar que la inmensa mayoría de las noticias ya las conocías.


No es mi intención centrar este artículo en algo que ni siquiera creo que exista. Es otro tema que quizá me decida a abordar con un mayor lapso de tiempo y ganas. Baste con dar dos pequeñas pinceladas para que se vea por donde circula mi humilde opinión:


Por favor, no seamos cortos de miras. Esta supuesta crisis del periodismo ya la hemos vivido. Fue en la década de los 60 en los Estados Unidos. La televisión y la radio ya causaron el pánico tal y como ahora lo está haciendo Internet pues su inmediatez informativa era también superior a la de los periódicos. Menos mal que mentes ilustres como Wolfe, Capote o el mismo García Márquez se encargaron de dar luz al tema con eso que hoy conocemos con el apelativo de “Nuevo Periodismo”. Sí creo que el mundo de la prensa escrita va a ser modificado, pero de ahí a hablar de fin de una profesión va un trecho. Exclusiva contra calidad. Sería una buena frase para terminar de zanjar mi opinión sobre un tema que como antes indicaba, no es el que quiero comentar aunque sí guarde una estrecha relación.


El tema de este artículo sí que tiene que ver con una defunción. Pero no la que algunos visionarios han pretendido atribuir a la profesión, sino por los supuestos profesionales. Profesionales de la información son llamados. Periodistas es como más comúnmente se les conoce. “Niños de papá” es el calificativo con el que ha preferido referirse a ellos Jacobo García, periodista de El Mundo que así titulaba un excelente artículo: “¿Periodistas o niños de papá?”


El texto en cuestión trata de los periodistas que han llegado a Haití para cubrir la terrible desgracia que recientemente ha asolado al país africano. Y he de reconocer que me he deprimido un poco. El perfil de profesional de la información que se nos presenta es cuanto menos desolador. ¿Llegar a un país totalmente destruido por un terremoto con maleta de ruedas para guardar todas tus lujosas ropas? ¿Romper a llorar nada más aterrizar por verte rodeada de negros? ¿Pedir ayuda al Ministerio de Asuntos Exteriores porque no hay comida ni lugar para dormir? Por Dios. Esto no es lo que yo quiero ser. No es para lo que estoy estudiando desde luego. Mis valores periodísticos han venido de la mano de Pérez-Reverte y en mayor medida de Kapuscinski. Alguien que no dejó de viajar, de introducirse en territorios hostiles, de acercarse al otro igualándose en condiciones, adoptando sus costumbres y rutinas. Si había que introducirse en un grupo de mendigos, él era un mendigo junto a ellos, durmiendo abrazado por el frío de la noche y comiendo lo que se pudiera. Alguien que, en definitiva, sabía que el tesoro más preciado de un periodista es un par de zapatos.


Dejo unas pocas frases de Arturo Pérez-Reverte sacadas del mismo artículo que hablan por sí solas y concuerdan totalmente con mi pensamiento:


Hace treinta y dos años desaparecí en la frontera entre Sudán y Etiopía. En realidad fueron mi redactor jefe, Paco Cercadillo, y mis compañeros del diario 'Pueblo' los que me dieron como tal; pues yo sabía perfectamente dónde estaba: con la guerrilla eritrea.

Si vas, sabes a dónde vas. Salvo que seas idiota. Pero en los últimos tiempos se olvida esa regla básica. Hemos adquirido un hábito peligroso: creer que el mundo es lo que dicen los folletos de viajes; que uno puede moverse seguro por él, que tiene derecho a ello, y que Gobiernos e instituciones deben garantizárselo, o resolver la peripecia cuando el coronel Tapioca se rompe los cuernos. Que suele ocurrir.

Donde lo que hay es hambre, fusiles AK-47 oxidados pero que disparan, y televisión por satélite que cría una enorme mala leche al mostrar el escaparate inalcanzable del estúpido Occidente. Atizando el rencor, justificadísimo, de quienes antes eran más ingenuos y ahora tienen la certeza desesperada de saberse lejos de todo esto.

Y claro. Cuando el pavo de la cámara de vídeo y la sonrisa bobalicona se deja caer por allí, a veces lo destripan, lo secuestran o le rompen el ojete. Lo normal de toda la vida, pero ahora con teléfono móvil e Internet. Y aquí la gente, indignada, dice qué falta de consideración y qué salvajes. Encima que mi Vanessa iba a ayudar, a conocer su cultura y a dejar divisas. Y sin comprender nada, invocando allí nuestro código occidental de absurdos derechos a la propiedad privada, la libertad y la vida, exigimos responsabilidades a Bin Laden y gestiones diplomáticas a Moratinos. Olvidando que el mundo es un lugar peligroso, lleno de hijos de puta casuales o deliberados. Donde, además, las guerras matan, los aviones se caen, los barcos se hunden, los volcanes revientan, los leones comen carne, y cada Titanic, por barato e insumergible que lo venda la agencia de viajes, tiene su iceberg particular esperando en la proa."



Es una pena que este sea el tipo de periodista que hoy en día existe. Muchas veces leyendo estas cosas o viendo programas en televisión de dudosa calidad periodística me pregunto por qué estoy estudiando esta carrera. Si Kapuscinski murió y ahora lo que se lleva es Belén Esteban no se qué hago aquí.


Tantos congresos y mesas redondas que se hacen últimamente acerca de la muerte del periodismo por supuestos profesionales que no llevan a ninguna parte. Miren su propio ombligo. Vean que están haciendo y qué tipo de futuros periodistas están dispuestos a formar. Y nunca olviden cual fue el objetivo de esta profesión. Informar y llegar a conocer al Otro. Entiendo que la audiencia y la fama es importante pues al fin y al cabo es un negocio y de algo ha de vivir. Pero no vosotros. Dejad a los dirigentes que se hagan cargo de ello y manipulen todo lo que les venga en gana. Vosotros sois periodistas. Coged los zapatos y echar a andar.

0 comentarios: