miércoles, 5 de mayo de 2010

El río y la basura

En esta lúgubre ciudad existe un misterioso lugar, apartado de las miradas de propios y extraños. Lo llamo “mi rincón”. Sí, sé que no es un brote de originalidad por mi parte, pero me atrevería a jurar que nadie más conoce ese sitio, por lo que lo considero parte de mí. De hecho, y aún con riesgo de sonar contradictorio, yo mismo no estoy muy seguro de conocerlo del todo. Tengo la sensación de que es un lugar que nunca llegaré a conocer por mas veces que visite. Pero sé que lo necesito. En los días que no consigo encontrar el sitio me siento extraño. Parsimonioso y desganado. Como si fuera todo automatizado y dejarme llevar hasta que el día por fin acabe fuera mi objetivo principal en esta vida.


Me atrevería a decir que el misterioso lugar nunca se encuentra en el mismo sitio. Va cambiando aleatoriamente su ubicación y la entrada siempre es diferente, lo mismo es una puerta color verde chillón en medio de la nada como otro día que tenía forma de ascensor. Da igual la forma que tenga, una vez entro sé que es “mi rincón”. Es curioso, pero creo que sólo consigo encontrarlo cuando no lo busco. Y según qué factores me rodeen tengo más o menos probabilidades de encontrarlo. Por ejemplo, las noches en las que salgo y bebo, las probabilidades de encontrarlo son mucho mayores. Sí, lo normal es pensar que estoy loco, pero no es así. Ese lugar existe, pues aunque haya sido con mucha menor frecuencia, también he estado en él en días normales en los que estaba totalmente lúcido.


Hay algo más curioso. Cuando por fin entro en “mi rincón” el sitio se ve inmenso. Un camino de tierra kilométrico surge desde la puerta hasta el infinito. Da exactamente igual que desde fuera la apariencia fuera la de una pequeña casa de unos veinte metros cuadrados. Una vez entro noto como el espacio va creciendo y creciendo y por más lejos que mire no llego a ver el final. Nunca me he atrevido a andar demasiado. No creo que supiera regresar hasta la salida. Creo que el día que ande un poco más nunca volveré.


Pero hay algo todavía más misterioso. Normalmente está junto a la entrada, otras veces tienes que avanzar unos pocos metros, pero siempre se repite la misma escena. Un cubo de basura abierto a la derecha del camino y un río a la izquierda del mismo. Aunque esto ya de por si pueda parecer extraño no es aquí donde reside lo curioso. Me he ido fijando a lo largo de mis visitas a “mi rincón” y creo que ya estoy en disposición de afirmar con rotundidad que existe algún tipo de relación entre el río y el cubo. A veces llego y el cubo tiene algo de basura. En las progresivas visitas, observo que poco a poco el cubo se va llenando de basura y el olor cada vez es más insoportable. En todos esos días el río permanece seco, sin un ápice de agua. Pero resulta, que cuando el cubo parece que va a estallar y ya no cabe más basura dentro, por el río empieza a descender agua. Parece una locura, pero es cierto. El que se elimine la basura del cubo provoca que por el río emane el agua. De hecho, es tal la relación, que dependiendo de si la basura se elimina más o menos rápido, por el río desciende una mayor o menor cantidad de agua. Hubo un día que me llevé un buen susto, pues la basura del cubo desapareció de un plumazo y del río cayó un torrente de agua que casi me lleva por delante y estuve un buen tiempo mareado.

Los días que eso sucede lo paso muy mal. Temo ser arrastrado por la corriente de agua. Pero una vez consigo salvarme me siento mucho mejor. Desahogado sería la palabra y nunca mejor dicho.

Dentro de poco quizá me adentre un poco más en el misterioso lugar. Si descubro algo nuevo os lo contaré.

1 comentarios:

Águeda dijo...

:) llevame algun día, no?